La Peste Porcina Africana es una enfermedad altamente transmisible entre los cerdos domésticos y puede diezmar rápidamente las creaciones. Con manifestaciones clínicas variables, hasta la fecha, no existe una vacuna con eficacia probada contra la enfermedad.
El alto riesgo de rápida diseminación, con importantes consecuencias socioeconómicas, convierte a la PPA en una enfermedad de notificación obligatoria ante los organismos oficiales de control zoosanitario nacionales e internacionales. En Brasil, el último brote de la enfermedad se registró en 1981 y el país fue declarado libre de PPA el 5 de diciembre de 1984.
Entre los impactos negativos de la PPA se encuentran la rapidez con que la enfermedad afecta la economía. Si hay evidencia de peste porcina africana en un lugar determinado, inmediatamente habrá eliminación de poblaciones de cerdos, interfiriendo con el suministro y el precio de la carne. Con precios más altos, las materias primas agrícolas como el maíz, la soja y la carne vacuna también sufren ajustes. En este efecto cascada, se potencia el gasto de la población en alimentos y se impacta toda la cadena productiva de los agronegocios.
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